Dirigido por José Daniel y su hermano, el proyecto Carbonell está situado al sur de Sevilla, en la zona del Parque Nacional de Doñana, donde el cultivo del arroz ha sido tradicionalmente clave para el sustento de la población local. Se trata de una aventura generacional: el abuelo de José Daniel era arrocero en Valencia y emigró a Sevilla, y su padre ayudó a trasladar el negocio familiar a la producción industrial a mayor escala.

Su proyecto ha sido pionero en la región, tanto por la decisión de convertirse a la producción ecológica como por la selección de la variedad de arroz Hispagram. Se trata de un grano resistente, adaptado a entornos más salinos y que produce una cosecha consistente. «La gente trabajaba con esta variedad, pero cayó en desuso», dice José Daniel. «Nos hemos empeñado en volver a cultivarla, y se nos han unido más agricultores».

En el caso del arroz blanco, los procesos industriales de secado, selección, clasificación y pelado comienzan en septiembre, después de la cosecha. A nivel internacional, el precio del arroz está influido sobre todo por los productores del norte de Italia, y en un mercado tan competitivo distribuir a proyectos más pequeños fuera de España es difícil; de momento sólo es posible con el 30% de la producción anual, pero José Daniel espera que aumente.

El arroz necesita una lámina de agua para crecer; es el riego sanguíneo del cultivo, pero también tiene una utilidad mayor. El agua facilita una relación simbiótica entre el arrozal y las aves locales, proporcionándoles una fuente de alimento en verano -cuando las marismas de Doñana se secan- a cambio de diversidad ecológica y nutrientes. Como dice José Daniel, «colaboramos en mantener la riqueza del ecosistema y aportamos algas o bacterias para nutrir el entorno.» «Todo parece igual, pero cada estación es diferente», dice su hermano. «Los colores, la luz, los pájaros que puedes encontrar, el estado de la cosecha de arroz…».

Sin embargo, la fuente de esa agua es motivo de preocupación. Los Carbonell, que forman parte de una comunidad de regantes locales, advierten de que, si continúa la falta de precipitaciones anuales suficientes, el cultivo de arroz en Isla Mayor será inviable. Esto es lo que más preocupa a José Daniel: la falta de agua. «Sin agua, no hay viabilidad».