El proyecto de Manolo comenzó en la granja familiar, donde también había trabajado su padre. Desde pequeño le apasionaron las plantas y le molestaba que su padre arrancara lo que él llamaba «malas hierbas». Así que, tras estudiar Agronomía en Almería, volvió a la tierra y empezó a cultivar según su propia filosofía, regenerando el suelo mediante el uso de estiércol y la siega.

Manolo tiene una gran capacidad de adaptación, y ha sabido aprovechar los recursos presentes en su entorno así como trabajar dentro de sus limitaciones. Como ejemplo, una de sus mayores preocupaciones es la escasez de agua disponible, por lo que está planeando implantar un sistema que recoja la humedad presente de forma natural en el valle del Guadalhorce.

El agua es un factor constante en la elección de los cultivos de Manolo y en la forma de cultivarlos. Antes se cultivaban aguacateros en la finca, pero debido a su orientación suroeste y a la escasez de agua acabaron por secarse. Manolo plantó higueras en su lugar. Deja crecer vides silvestres y les injerta las variedades que elige, para que tengan más posibilidades de adaptarse y sobrevivir en el terreno. Ahora estas vides también están colonizando las tierras que antes ocupaban los aguacates, a medida que esos árboles se van extinguiendo.

Con el mismo espíritu de adaptabilidad, Manolo ha aprovechado la idoneidad del terreno para cultivar algarrobo, un árbol ideal para el clima mediterráneo que empezó a crecer espontáneamente en su finca. Le gusta experimentar creando relaciones simbióticas entre cultivos; aguacate y uva, o aguacate y fruta del dragón… algo en lo que todavía no ha avanzado mucho, ¡pero no se rinde!

Manolo divide sus cultivos en variedades ‘tempranas’, ‘medias’ y ‘tardías’, para tener ventas constantes a lo largo del año y cosecha en función del tamaño de sus pedidos semanales. Si termina el año con un excedente, lo procesa y conserva mediante enlatado o secado.

Manolo es miembro de la Asociación Guadalhorce Ecológico, de la Cooperativa Guadalhorce Ecológico (ha sido su gerente en los últimos años) y del Mercado de la Alcaravia, donde participa activamente trabajando con su moneda social. Cree profundamente en el valor que Guadalhorce otorga al trabajo de los agricultores, y en su apuesta por operar dentro de un marco ecológico; siendo el respeto a la tierra, su uso responsable y la protección del suelo y las plantas la base de cada decisión que se toma.